lunes, 1 de diciembre de 2008

Un día fuimos pájaros

Cuenta una antigua leyenda que antaño los Gitanos eran pájaros. Un día, en pleno vuelo sobre la tierra, divisaron un palacio dorado brillando al sol y bajaron para verlo mejor. El palacio estaba habitado por pavos, gallinas y patos que, maravillados por la belleza de los gitanos-pájaros, empezaron a regalarles todo tipo de joyas y golosinas, suplicándoles que no se marcharan. Pronto todos los pájaros estaban cubiertos de cadenas de oro, de pies a cabeza. Tan sólo un pájaro resistió a la tentación de tantas riquezas, incitando a los demás a que retomaran el vuelo. Pero, nadie le escuchó. Entonces, con el corazón pesaroso, se elevó en el aire y se lanzó a las piedras desde lo alto de los cielos. Solamente en ese momento los gitanos-pájaros despertaron de su entorpecimiento y empezaron a batir las alas. Pero el oro los tiraba hacia abajo y no lograban despegar del suelo. Los pavos, las gallinas y los patos cantaron victoria. Mantendrían para siempre aquellos bellos pájaros encerrados en jaulas de oro. De repente, una pequeña pluma roja se deslizó hacia el interior del palacio y aterrizó a los pies de los pájaros. El oro se cayó de sus cuerpos, pero sus alas ya no les obedecían y no lograron levantar vuelo. La pequeña pluma roja, suavemente llevada por el viento, salió del palacio y empezó a errar por los caminos polvorientos. Los gitanos la siguieron y fueron perdiendo sus plumas una por una, transformándose así en humanos. Con cuerpo de hombre y alma de pájaro, se olvidaron para siempre de cómo volar.

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